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Eva Horkan

Hermanas fallecidas

Eva Horkan - Irlanda
01/11/1939 - 09/10/2017

 Recordando a la Hermana Eva

En nuestro libro “Quiénes somos” que se publicó  en 2011, Eva dijo que la frase que prefería de nuestra Fundadora, Jeanne-Marie Chavoin:

“Prefiero un derrochador a un avaro. Detesto ver a alguien con un concepto estrecho de la vida. Este tendrá una actitud con Dios semejante a la que tiene con las criaturas.”                

                                                                    RMJ 241.8(Constituciones p.112)

Al escuchar a las muchas personas que simpatizaron con la familia de Eva y con su comunidad, he llegado a darme cuenta de cómo nuestra querida Eva quiso a la gente de Carrick y de lo mucho que la gente de esta localidad siente su pérdida.

Una persona de Charlestown, Co. Mayo, dice: la lealtad de Eva no se limitaba a un contado o una ciudad ¿acaso la gente de Carrick no la nombró “la mujer del año”? Y el numeroso grupo de Laicos Maristas que se encontraba cada mes en la capilla del Hospital ¿no gozaron de su guía y de su continuo apoyo, a pesar de sus problemas de salud, que la acompañaron hasta la muerte?

Durante su tiempo como encargada de la ‘Jornada del Hospital’ Eva los más vulnerables y necesitados.  Fuera lo que fuera el problema Eva sabía encararlo, y si no tenía los medios de inmediato al alcance de su mano, acudía a personas que sabía podían ayudarla para ayudar a otros.

Bajo la gestión de Eva, la ‘Jornada del Hospital’ era un refugio, un lugar donde los enfermos físicos, mentales y espirituales recibían ‘alivio’ de la manera más amable y de todo corazón, porque allí donde Eva estaba había ¡sonrisa!

La hospitalidad y la acogida eran rasgos importantes en la vida de Eva. Ella sabía ser amable y supo mantener los lazos con antiguos colegas y amigos de los primeros años de su carrera.

Y por encima de todo, Eva se entregó a su familia y la familia mantuvo un contacto constante con ella. Le encantaba unirse a la familia en Charlestown para las comidas familiares de las “tres generaciones”, preparadas por su hermano Marty a  intervalos regulares.

Eva era también una mujer muy ‘comunitaria’. A pesar del aparato que le proporcionaba oxígeno que tenía que arrastrar de un sitio a otro, nunca permitió que le impidiera tomar parte en los eventos comunitarios o en las celebraciones.

Y ahora el sillón vacío de Eva es un recuerdo, no de una ausencia sino de una presencia que habla de una bondad que es todavía accesible a todos.

 

Eva, ¡quédate con nosotros!

Hermanas fallecidas

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