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Olive McVann

Hermanas fallecidas

Olive McVann - Irlanda
15/12/1941 - 12/07/2020

 

La Hermana Olive se fue a la casa de Dios el 12 de julio de 2020. Olive era la menor de seis hijos nacidos de Paddy y Annie Mc Vann, Curry, Co Sligo. Fue alumna de la Escuela Nacional de Curry y más tarde del Convento Marista de Tubbercurry. Hizo la primera profesión en 1963 en Carrick-on-Shannon y la profesión perpetua en Hythe en 1968. Después de la primera profesión, la Hermana Olive fue enviada a Inglaterra y esta ida se convirtió en un camino de descubrimientos.

Se formó como maestra de escuela primaria en el Coloma College y pasó muchos años fructíferos en Barnstaple, Sunninghill, (Englefield Green), White City (Londres) donde también estuvo a cargo de la comunidad y, finalmente, como directora en West Byfleet.

Su personalidad creativa y artística la hizo particularmente entrañable para las pequeñas a su cargo. Amaba el arte, los arreglos florales y los paseos en la naturaleza. Sus clases rebosaban del amor que Olive sentía por la naturaleza y, a menudo, se veían a sus alumnas trayendo flores y hojas de otoño para el altar de Nuestra Señora que estaba estratégicamente colocado en la parte superior de la clase.

Tenía una conexión especial con el personal, los padres, la Iglesia y quienes tenían cualquier tipo de necesidad. Era fiel a sus amigos y amigas, que confiaban en ella. Su sinceridad era obvia para todos.  La gente recordará esa atractiva sonrisa y ese apretón de manos que hacía sentir a los que la conocían como las únicas personas que importaban para ella. Siempre expresó su gratitud, a su familia y a las Hermanas Maristas por la fe profunda que la llevó a elegir la vida religiosa en la Sociedad Marista.

Habiendo completado su ministerio en Byfleet, Olive pidió volver a su Irlanda natal.  Este cambio le proporcionó varios retos que emprendió con valentía, dejando el futuro en las manos de Dios. Se formó como capellán de hospitales y comenzó su ministerio en el Hospicio de San Juan de Dios, en Killiney. Más tarde, Olive se unió al personal del Hospital St James a tiempo parcial, un ministerio que continuó durante la mayor parte de sus últimos años de vida.

Como animadora de la comunidad de Raheny estableció una fuerte conexión con su parroquia local, como ministra de la Eucaristía, y como amiga y confidente de cuantos necesitaban su escucha y ayuda. Se puso a disposición como voluntaria de la Sociedad de San Vicente de Paúl en la zona. Estas actividades se extendieron a la residencia de ancianos de San Gabriel donde un miembro de su comunidad, la Hermana Darerca, pasó sus últimos años.

Olive vio siempre a la Madre Fundadora como una mujer de gran fe que animaba así a su recién formado grupo de hermanas religiosas: “Sobre todo intenta vivir en un gran espíritu de fe, que te llevará a ver a Dios en todo”. Esta era una de las citas favoritas de Olive. A menudo pronunciaba estas palabras cuando la vida era un poco dura. Después de haber pasado dos años como animadora de la comunidad en Carrick-on-Shannon, Olive se tomó un descanso de seis meses, cuyo punto culminante fue un retiro de treinta días. Estaba llena de entusiasmo y planeó meticulosamente este evento tan esperado.

Sin embargo, Dios tenía otros planes. Ni Olive ni su comunidad se dieron cuenta de que la vida cambiaría de una forma muy inesperada.  En tres semanas Olive se enfrentó a la noticia de que tenía una enfermedad terminal. Con la fe que la mantuvo tan firme a lo largo de su vida aceptó diciendo a los que se ponían en contacto con ella: “He pasado setenta y ocho buenos años al servicio de Dios. Y ahora estoy lista para irme”.

En la misa de su funeral, el P. Paul Dunne, un amigo cercano de la familia habló elocuentemente de los dones espirituales de Olive. Cito su homilía el día de su funeral:

“Olive en vida se tomó muy en serio el mandato de San Pablo: no era esclava del miedo o la timidez ni en su vida de fe, ni en la Iglesia ni en la vida en general; su amor por la vida, la gente, la música, la conversación formal e informal, las ideas, la comida significaba que ustedes, su familia, amigos y feligreses la encontraran siempre abierta, sabia, alentadora y una persona positiva ante la vida”.

Este homenaje no estaría completo sin mencionar el hermoso regalo de la familia de Olive, padres, hermanos, sobrinos, sobrinas, nietos y sobrinos y sobrinas-nietos, y familia ampliada. Ella los quería mucho, a todos y cada uno sin excepción. Y su familia la quería mucho. Su sobrina Eleanor decía:

“La tía Olive era el pegamento que unía a nuestra familia”.

Aquellos de nosotros que llegamos a conocer bien a Olive estaríamos de acuerdo con esto.  

Ar dheis Dégo raibh a hanam dílis.


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