En el principio hubo un deseo
En 1812, Jean Claude Courveille al renovar su promesa a María al pie del altar del Puy tuvo un encuentro con la Santísima Virgen María …
Escuchó, no con los oídos de su cuerpo, sino con los de su corazón…
«Esto es lo que quiero: como siempre he imitado en todo a mi divino Hijo y le he seguido hasta el Calvario, (…) así quiero también, y es voluntad de mi adorable Hijo, que en estos últimos tiempos de impiedad e incredulidad, haya también una sociedad consagrada a mí, que lleve mi nombre y se llame Sociedad de María, y que los que la compongan se llamen también maristas».
(Palabras de Jean Claude Courveille)