Queridas hermanas,

Hemos llegado al final de nuestros tres meses de experiencia. Ha sido un tiempo maravilloso de renovación. Cada uno de nosotros se sintió conectado con Dios, con María, con ustedes, nuestras hermanas, y con el mundo en general. Con María aprendimos a mirar más allá con esperanza.

Durante los primeros días que siguieron a nuestro retiro, reunimos y compartimos los tesoros que hemos recibido durante este precioso tiempo. En este intercambio nos enriquecimos mutuamente. El jueves tuvimos un día en los jardines de Borghese, allí contemplamos a Dios en la naturaleza. ¡Era tan pacífico! El viernes 9 fue nuestro último día juntos. Una vez más, estuvimos muy agradecidos con el padre Pat Devlin, quien presidió nuestra misa de apertura y luego regresó para celebrar nuestra misa de clausura.

En este punto del viaje, nos parece apropiado agradecer a cada uno de ustedes por habernos acompañado con su oración. Usted realmente nos llevó a través de este tiempo de preparación para nuestros votos perpetuos.

Ha sido maravilloso estar aquí en Via Aurelia rodeado de amor y calidez. Agradecemos a nuestro Equipo General por su apertura, sencillez y la gran alegría que compartieron con nosotros. Nos gustaría agradecerle también a Joan por su amor y cuidado durante este tiempo. Su presencia a nuestro alrededor nos dio más vida y seguridad.

Nuestro agradecimiento estaría incompleto sin mencionar a Sylvette, quien dirigió este programa. Sylvette, te agradecemos por ser nuestra hermana mayor. Su fidelidad y dedicación a esta renovación lo convirtió en una experiencia inolvidable para nosotros. Muchas gracias.

Para concluir, nos gustaría compartir con ustedes una reflexión y oración de los cinco.