Margaret Purcell - Australia
24/11/1927 - 22/07/2019
Es un privilegio para mí hablar en esta celebración de la vida de Margaret y rendir homenaje a la persona que ha sido muy querida por todos nosotros. Es un homenaje a Margaret el que su familia, sus amigos y sus hermanas se hayan reunido esta mañana en acción de gracias por ella, porque su vida ha sido una bendición para todos nosotros.
Margaret era la segunda hija de Patrick John Purcell y de su esposa Elsie Margaret. Nació el 24 de noviembre de 1927 en Melbourne. Después de mudarse a Sídney, fue alumna de la Escuela Primaria de St Anthony, en Clovelly y luego del Convento Marista de Woolwich, donde recibió su educación secundaria. Dejó la escuela con el Certificado Intermedio en 1943 y luego fue a la Universidad donde cursó estudios de Economía y Comercio y encontró empleo como oficinista. En 1947 comenzó su postulantado con las Hermanas Maristas en Merrylands, y recibió el hábito en enero de 1948. Se le dio el nombre de Hermana Vincent. Margaret profesó el 23 de enero de 1949 en Merrylands, y el 13 de mayo de 1954 hizo sus votos perpetuos en Woolwich.
Después de la formación inicial, Margaret fue a St. Margaret Mary's Merrylands como maestra de primaria. La valentía fue siempre un sello distintivo en el carácter de Margart y se mostró con claridad al principio de su ministerio de enseñanza. St Margaret Mary's fue una escuela donde la matriculación de estudiantes floreció en los años 50 con la migración de posguerra. La primera clase de Margaret fue en un jardín de infancia, y tuvo 100 alumnos. Hay quien dice que se iba a dormir todas las noches repitiendo sus nombres para tratar de recordarlos a todos. Esta valentía le fue necesaria para cuando, en 1957, fue nombrada superiora de la comunidad de Woolwich, una posición formidable a su edad en una comunidad considerable y que también requería que ella tuviera un rol significativo en la escuela de Woolwich. Un ejemplo del aprecio y consideración con que se acogió a las Hermanas ha sido una carta recibida en los últimos años de una mujer en Canadá en la que agradecía a las Hermanas, y a la Hna. Vincent en particular, en nombre de su madre, por la educación recibida allí. En 1960, en la comunidad de Burwood Victoria, se le confió de nuevo el rol de superiora, junto con la enseñanza en la escuela primaria de St. Benedict. Luego se le dio la oportunidad de realizar estudios como estudiante ‘madura’ en la Universidad de Canberra, de la cual se graduó con una licenciatura en Artes en 1965. Luego regresó a Burwood como superiora, así como también como subdirectora y profesora de secundaria en Chavoin College.
En 1970 Margaret fue elegida superiora provincial de Oceanía, una provincia que abarca las comunidades de las Hermanas de Australia, Nueva Zelanda y Fiji. Una tarea muy específica para las líderes de la Provincia en ese momento, y también para Margaret, fue la implementación del conjunto de directrices y decisiones tomadas en el Capítulo Extraordinario de la Congregación de 1969. El Vaticano exigió a todas las Congregaciones Religiosas un capítulo de este tipo, para que se llevara a cabo la Renovación y Adaptación de la Vida Religiosa solicitada por el Vaticano II. Los cambios inauguraron un período un tanto difícil y desafiante. Aunque algunos lo entendieron y, en general, lo acogieron con beneplácito, otros lo cuestionaron y se resistieron. La salida de la Congregación de varias Hermanas fue parte del desconcierto que siguió. La sabiduría, la calma y la fuerza interior de Margaret fueron evidentes a medida que iba guiando la Provincia, tratando de responder a los signos de los tiempos y a al llamado a la renovación, manteniendo el barco a flote.
Estas cualidades, junto con su capacidad de liderazgo y administración, fueron reconocidas por toda la Congregación y, en el Capítulo General de 1974 fue elegida Superiora General. Ahora tenía la tarea, en colaboración con su Administración, de negociar en el escenario global el cambio de paradigma al que habíamos sido llamadas. Tratar con comprensión y sensibilidad las diferentes lenguas y culturas añadía algo a lo que se le pedía. Dada su naturaleza reservada, el papel de líder congregacional fue asumido con un costo personal significativo. Ella continuó sufriendo migrañas muy debilitantes, que había padecido durante años y fue durante estos años que experimentó su primer brote de cáncer. Además, estaba muy lejos de su familia y, en particular, de su madre enferma. Esto le afectó mucho y aunque muy consciente y agradecida por el cuidado de su hermana Pat, naturalmente quería desempeñar su rol de hija en el cuidado de su madre.
Sin embargo, Margaret se entregó de todo corazón al rol y tarea que se le confió. Fue durante su administración cuando se iniciaron los periodos de renovación a nivel internacional y las peregrinaciones para los miembros de la Congregación. Esto permitió a las participantes comprometerse en un programa de renovación personal y tener la oportunidad de visitar los lugares de origen marista en Francia y empaparse de todo lo que la nueva investigación histórica sobre la espiritualidad y la historia marista les ofrecía. Fue también durante sus dos mandatos que se inició una reescritura de nuestras Constituciones, un proceso que incluyó visitas de las encargadas y la tarea de involucrar a todas las Hermanas de la Congregación. Más allá de estos pasos estaban el discernimiento y las consiguientes decisiones de la Administración general bajo el liderazgo de Margaret para establecer nuevos apostolados misioneros en América Latina. Este alcance se decidió en el contexto de varias llamadas de los Papas a los sacerdotes y a las Congregaciones religiosas para que apoyasen la labor de la Iglesia allí, junto con el creciente impulso de la conferencia de los Obispos Latinoamericanos reunidos en Medellín que invitaron a la Iglesia a que tomara una opción preferencial por los pobres. Margaret llamó a voluntarias de todas las provincias y se hicieron fundaciones en Brasil en 1978, México en 1981 y Colombia en 1984. Estas fundaciones iniciaron un audaz experimento dentro de nuestra Congregación, abrazando un nuevo estilo de vida religiosa con comunidades formadas por Hermanas de varias Provincias que vivían insertas entre los pobres y respondían a sus situaciones de necesidad, en lugar de la vida y el ministerio institucional más tradicional. Grace, nuestra actual líder de la Congregación y miembro del grupo fundador en Brasil, recuerda: “Margaret dejó claro que íbamos a descubrir una nueva forma de ser religiosas, no sólo a trasplantar modelos a un nuevo lugar. Muchos años después, le pregunté a Margaret si sabía lo que estaba haciendo cuando me nombró maestra de las novicias - ¡a mí, sin experiencia en formación, sin haber seguido cursos para formadoras! Margaret sonrió y dijo: Creo que sí. No quise enviar a una formadora capacitada y que iba a hacer lo que siempre se había hecho. Quería a alguien que aprendiera a ser formadora en otra tierra”. Tal era la visión y la audacia de Margaret.
Al terminar su mandato como Superiora General, Margaret mostró su disposición en saber hacer lo que había pedido a sus Hermanas. Se convirtió en miembro fundador de una nueva aventura misionera en Gambia. Allí, en Farafenni, reconociendo las necesidades y posibilidades, creó una escuela de formación para los maestros locales, así como una escuela primaria en la que los niños se matriculaban a los 6 años en lugar de a los 8, lo que les ofrecía mayores oportunidades de educación. Margaret fue particularmente feliz allí. Pudo tomar muy en serio, tanto a nivel personal como a nivel de Congregación, la llamada a estar con los pobres. Las Hermanas experimentaron obstáculos, pero bajo su liderazgo no se desalentaron y encontraron maneras de superarlos.
Después de tres años, Margaret fue llamada a Australia para retomar con generosidad y compromiso el rol de provincial de Australia. En los tres años de su mandato inició el traslado de la comunidad de Blacktown a una nueva casa de la zona para ampliar desde allí el compromiso apostólico de los miembros de la comunidad. El noviciado se trasladó a Bennettswood Victoria y se iniciaron importantes ampliaciones y renovaciones de la casa de la Administración. Fue también en este momento cuando se puso en marcha el proceso de Planificación Pastoral que se llevó a cabo en toda la Congregación.
Después de un período de renovación personal, Margaret emprendió una labor pastoral y de bienestar social en el centro de la ciudad a través del Hospital de Santa Margarita. No pasó mucho tiempo antes de que otro proyecto echara raíces en su corazón. Recuerdo, como provincial, la vez que me reuní con Margaret para tomar un café en el Centro Comercial Centrepoint para hablar de su idea de establecer una comunidad en una zona necesitada del centro de la ciudad. Una investigación inicial con ella en el área finalmente condujo a una reunión con el Departamento de la Vivienda de Liverpool que aceptó la idea de una comunidad de Hermanas viviendo entre los desfavorecidos económica y socialmente en Claymore, cerca de Campbelltown. El Departamento vio el valor de la presencia de las Hermanas entre la gente y se inició una comunidad en Claymore en agosto de 1993. A partir de este ministerio de presencia se desarrollaron otros ministerios, en particular con los migrantes, los refugiados, San Vicente de Paúl y el Centro de Vecindad. Margaret se encontraba a gusto con otras culturas y la gente estaba entusiasmada con su interés y respeto por ellas. Tenía un modo de hacer especial con las familias camboyanas, que la querían mucho. Les enseñaba inglés y las acompañaba en los desafíos de la vida en un nuevo país. Cuando otras religiosas establecieron comunidades en Claymore, decidió trasladarse a Airds, donde no había tal presencia. Una comunidad similar se estableció más tarde en Rosemeadow.
En el año 2000, Margaret fue enviada en misión a Marian House por tres años, donde como líder de la comunidad estableció una hermosa relación con las Hermanas. Su traslado a la parroquia de Laverton Victoria en 2003 la comprometió en el trabajo pastoral, en particular con las personas socialmente desfavorecidas y los ancianos recluidos en sus casas. Su deseo de estar más cerca de su hermana Pat, que no estaba bien, la trajo de vuelta a Sídney en 2009, donde residió durante algunos meses en Sefton antes de mudarse de nuevo a Marian House para prestar su servicio a las Hermanas de allí. A medida que pasaba el tiempo, necesitaba cada vez más cuidados adicionales para sí misma a medida que iban surgiendo una serie de problemas de salud y experimentaba un sufrimiento más intenso. Esto la llevó a reconocer y aceptar la necesidad de cuidados adicionales en Southern Cross Homes en Marsfield, donde se mudó en mayo de 2018. Margaret se asentó bien, apreció el cuidado y disfrutó, entre otras cosas, ocupándose de las macetas de sus plantas. Su silenciosa calidez y amabilidad allí la hicieron muy querida por el personal y otros residentes. El regreso del cáncer este año finalmente la llevó a su admisión final en el Hospital Mater, hace quince días. A pesar de las luchas emocionales y físicas, manejadas con sensibilidad por el personal médico y por los que la querían, Margaret, como siempre, estaba atenta a los demás. Dijo expresamente que quería agradecer a todas las Hermanas, a los médicos, a las enfermeras, a los cuidadores y a su familia las atenciones de las que había sido objeto.
Las cualidades maristas no son difíciles de encontrar en Margaret. De sus días de escuela y de las Hermanas que allí conoció y a las que quiso y, sin duda, de los valores vividos en su familia, absorbió el espíritu marista. Tenía un maravilloso sentido de quien era María en su vida y un gran amor a la Iglesia, al lugar que María ocupa en ella y, en consecuencia, al de los Maristas. Estaba totalmente comprometida con la Congregación. La visión que ella mostró, especialmente en su liderazgo, nació de esta comprensión de lo que significa ser Marista. Su espiritualidad también era totalmente marista, sencilla y sin complicaciones, pero profunda. Como María en Nazaret y Juana María en Jarnosse, Margaret se encontraba a gusto entre la gente, estando con ellos, compartiendo la vida con ellos, amándolos y animándolos de una manera tranquila y sin pretensiones. No había pretensión en Margaret. Era una mujer verdaderamente humilde. Tenía una verdadera comprensión de lo que era vivir "ocultos e ignorados". Aunque silenciosamente amigable por naturaleza, a veces se mostraba en ella una desconfianza natural, incluso una cierta aprensión. Esto no hizo más que poner de manifiesto el valor que demostró a lo largo de toda su vida. Muchas Hermanas han expresado su admiración y gratitud por su visión de futuro y su audacia – y por su gran bondad.
Su manera reservada de ser no le impedía disfrutar de reuniones y entretenimientos con las Hermanas y con los demás. Disfrutaba de los placeres sencillos de la artesanía, el acolchado, la costura y la cocina, en los que desarrollaba cierta destreza. Apreciaba la música y especialmente la música litúrgica, disfrutaba de la lectura, especialmente de los libros espirituales y tenía mucho interés por la historia australiana. Aprendió a apreciar el deporte. Tenía un interés especial en los jóvenes, le gustaba estar con ellos, deseaba y se deleitaba en su desarrollo, sus dones y su potencial.
Esto fue muy evidente en el profundo amor, orgullo, alegría e interés de Margaret por su familia. La familia alegró siempre su corazón y a ella le encantaba compartir noticias de la familia. Su hermana Pat era muy querida por Margaret y su muerte dejó un gran vacío en la vida de Margaret. La aceptó y para ello fue de gran ayuda el amor, el interés y la dedicación continuos que demostraron ustedes, sus sobrinos y sobrinas y su familia. El cuidado que ustedes tuvieron por Margaret, especialmente en este tiempo de su última enfermedad, estoy segura que la ha apoyado, consolado y tranquilizado. Vuestra presencia hoy aquí da testimonio del lugar que ocupa en vuestros corazones y ella, junto con todos aquellos con quienes se ha reunido, incluida su hermana, vuestra Madre, seguramente os sonríe a todos con gratitud y gran deleite.
Al dar un tiempo a la reflexión y hacer memoria de Margaret, me sentí atraída por la imagen de la mujer valiente de la que se habla en el Libro de Proverbios, capítulo 31. Una reflexión que encontré en ese pasaje, me hizo entender en qué consiste ser, para los judíos, una mujer valiente, en hebreo, una Eshet Chayil. Tantos aspectos de las ideas presentadas me hicieron entender que Margaret bien podría ser considerada como una mujer valiente. Las comparto con ustedes mientras reflexionamos sobre la persona y la vida de Margaret. Se nos dice que una Eshet Chayil, una mujer valiente, posee una fuerza única. Es una mujer en la que alguien puede poner su confianza, porque tiene las mejores intenciones para la persona. La mujer valiente da desinteresadamente sin querer o esperar nada a cambio. No sólo utiliza lo que tiene para sí misma, sino también para los demás. Su tendencia a tener siempre una mano extendida es una cualidad ejemplar de una mujer valiente. Utiliza sus propios recursos y los de otros, y a su alrededor los demás se fortalecen gracias a la confianza que ella les da y a su enfoque en las prioridades. Es capaz de distinguir las energías de las personas y canalizarlas para el bien. La mujer valiente posee sabiduría y así hay armonía en su persona. Es coherente en su pensamiento y acción. Es una mujer de gran integridad. Maneja las situaciones con fuerza y delicadeza. Su espiritualidad se refleja en sus acciones, y su fuerza es incomparable. En los momentos difíciles tiene una confianza inquebrantable en Dios. En todo momento sabe que todo está en manos de Dios. En definitiva, una Eshet Chayil, una mujer valiente, es una mujer de valor inestimable, más preciosa que una perla.
Margaret, tú eras todo esto y más para nosotros. Te damos las gracias por lo que has sido. Damos gracias a Dios por habernos bendecido con tu presencia - una hermana, una amiga, una tía, una compañera de viaje y una maravillosa inspiración de amor que se da a sí misma. Descansa en paz y goza por siempre en el corazón de nuestro Dios.
Hna Gail Reneker
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