Rita Raikuna - Fiyi
16/09/1949 - 08/04/2017
La Hermana Rita, o sencillamente Rita, como la conocíamos nosotras era una persona alegre, llena de vida y siempre rápida en hacer un comentario y aportar una sonrisa a cualquier grupo del que formaba parte. Sabía dar calor y alegría a cualquier grupo. Era siempre sonriente.
Rita había nacido el 16 de septiembre de 1948 y era la tercera hija del señor Nemani Raikuna (policía municipal) y de la señora Luisa Raikuna (profesora). Fue a varias escuelas primarias por el trabajo de su padre y entre ellas fue a la Escuela Marista Levuka, a la escuela primaria de Santa Ana a la Waiiriki Catholic Mission School. Rita siguió la escuela secundaria con las Hermanas de Loreto en Levuka. Fue aquí donde por primera vez entró en contacto con las Hermanas Maristas. Después de haber terminado la escuela secundaria, fue aceptada con éxito en el Corpus Christi Teachers College, donde se graduó en 1969.
Su primer puesto de enseñanza fue la escuela primaria Bemana en Sigatoka, en 1970. Allí disfrutó mucho de su vida como maestra. Sus fines de semana los pasaba a menudo cruzando al otro lado del río para ir de compras y a bailar en una sala de la parroquia. Nos hacía reír siempre a carcajada limpia cuando contaba las historias de la vida real de sus cuatro años en Bemana.
En 1975 enseñó en Mount St Mary y en Nadi y fue entonces cuando decidió convertirse en Hermana Marista. Al año siguiente entró en el postulantado e impartió clases en una escuela marista, en Lami, bajo la guía de la Hermana Eamon.
Fue recibida como novicia el 14 de diciembre de 1976 en Merrylands, Australia donde estaba nuestro noviciado en aquel tiempo; hizo la primera profesión el 18 de diciembre de 1977. Después de la primera profesión volvió a Fiji y enseñó en nuestras escuelas, a saber: la escuela primaria St Thomas, el convento marista en Lami, el convento marista en Levuka, la escuela marista de Vatukoula, y la escuela católica de Nasomolevu, en Yasawa.
En 1989 se le pidió que fuera en misión a El Gambia en África occidental. Una vez dijo que había sido con sentimientos encontrados de aprecio, aprensión y un poco de emoción que había respondido al llamado. Aprecio – porque sentía el privilegio de ser elegida; aprensión – el miedo a ir hacia lo desconocido; y la emoción – por ver aquello que estaba allí fuera. Encajó fácilmente y fue bien aceptada por la gente de Farafenni en El Gambia. Amaba su trabajo y era feliz. Amaba a la gente y se sentía a gusto con ellos.
Luego, en 1955 se le pidió que volviera a su país natal, para ser maestra de novicias. Su respuesta fue y la cito: “Me quedé atónita y sin palabras toda la tarde.” Si habéis conocido a Rita, os podéis imaginar cómo se quedaría sin palabras. Pero en su humildad y sencillez respondió al llamado, y cito de nuevo sus palabras: “Por mi voto de obediencia, reconozco mis debilidades y fragilidades y haré lo que el Señor quiere que haga.”
Hizo las maletas, dijo ‘adiós’ y volvió a su tierra.
De Nuevo en Fiji se implicó en la formación fino a cuando fue elegida consejera regional y fue a vivir a Nueva Zelanda. Durante este periodo asistió a nuestro Capítulo General en Roma y fue elegida consejera general, lo cual le supuso vivir en Roma por un mandato de siete años. Durante su tiempo en Roma aportó mucho gozo y risas a la comunidad y a las personas que visitaban la comunidad.
Hacia el final de sus siete años como consejera general le diagnosticaron la enfermedad de Parkinson, que se le unió a unos fuertes reumas. Las dos enfermedades avanzaron rápidamente y le causaron mucho sufrimiento y dolor que empezaron a producir una cierta incapacidad.
Le era imposible hacer ciertas cosas y esto era para ella una cruz enorme, a veces demasiado pesada. A pesar de su sufrimiento y del dolor que las enfermedades le causaban su espíritu no desfalleció nunca y las llevaron al fin de su vida.
Era una mujer, una Hermana, con muchos dones, una mujer brillante, sumamente sociable (una verdadera extrovertida) muy popular con la juventud. Era concienzuda y eficaz. En su rol de liderazgo, se ocupaba del desarrollo del personal y de las Hermanas, y del crecimiento espiritual de los niños en la escuela. Se preocupaba mucho por los demás y lo manifestaba en su implicación en la pastoral vocacional y en las actividades parroquiales. Más importante aún, era muy fiel a su hora de oración por la mañana antes de la misa de las 6.30. Rita irradiaba gozo, era generosa y sensible y ayudaba siempre en las tareas comunitarias.
Gracias, Rita, por tu ejemplo de sencillez, de gozo y de fidelidad a nuestro estilo de vista marista. Puedo escucharte haciendo eco del consejo de la Hermana Mary Christopher: "Cuando la responsabilidad choca con el placer, el placer debe desaparecer y la responsabilidad tiene prioridad". ¡Gracias, Rita!
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