Rose Shields - Australia
09/03/1929 - 17/10/2015
Rose era una de las primeras Maristas cuya vocación fue fomentada por el Padre Nolan, un confesor que gozaba de mucha popularidad en la iglesia de St Patrick’s Church Hill. Rose discernió su vocación y entró con las Hermanas Maristas en 1950 y fue recibida como novicia en julio de 1950, cuando se le dio el nombre de Hermana Stanislaus; hizo la primera profesión el 15 de julio de 1951.
La referencia de su párroco, que había acompañado la solicitud con la que Rose pedía unirse a las Hermanas Maristas, lee así: “Rose es una muchacha que se deja admirar no solo por su piedad, sino también por su generosidad y buenas obras. Ha sido siempre una Niña de María, muy fiel, y una Teresiana activa y eficiente, como también ha sido un miembro de la Adoración Perpetua, y ha hecho todo esto con gran generosidad, en silencio y con amor". Esta podría leerse casi como una descripción de la vida de nuestra fundadora Jeanne Marie Chavoin, en Coutouvre antes de su llamado y decisión a dejar su propia casa para fundar la Sociedad de la Virgen María. Al igual que Jeanne- Marie, habiendo dejado su casa y al haberse comprometido a seguir al Señor como Marista, Rose vivió su vida entregada a la Congregación y a su misión, dispuesta a ir donde se la llamaba.
Su inmediata respuesta al llamado de la Congregación la llevó a comunidades en Sídney, Melbourne y Queensland, así como a Nueva Zelanda. Rose se preparó para ser maestra en el Training College de Mount Street North Sydney, de las Hermanas de San José, y su amor por los niños encontró su expresión en muchas escuelas como por ejemplo St Margaret Mary’s Merrylands, Villa Maria Hunter’s Hill, St Scholastica’s Bennettswood, Star of the Sea Gladstone, St Therese’s Karori, Sacred Heart Herne Bay y St Augustine’s Keilor. En Burleigh Heads, Mudgeeraba, Auburn, y Blacktown a Rose se le dio la oportunidad de servir en la pastoral, particularmente en la pastoral de los enfermos, ancianos y personas que no podían dejar su domicilio por ancianidad o enfermedad. En la Congregación el sí de Rose a Dios la llevó a ser llamada, en una edad relativamente joven, a ejercer el rol de asistenta de la maestra de novicias en el Noviciado de Merrylands y a participar en la formación de las futuras Hermanas Maristas. Además, aceptó ser nombrada para desempeñar roles de liderazgo en comunidades tanto pequeñas como grandes y en varias escuelas. Fue elegida asimismo para servir durante diversos mandatos como consejera provincial en Australia y tres provinciales le pidieron ser asistenta provincial, además de consejera.
Sin embargo, la inclinación natural de Rose no era el liderazgo. No trataba nunca de ponerse en primera fila, y no le gustaba nada estarlo. Por naturaleza, era una mujer más bien reservada, y en algunos momentos reflejaba una cierta falta de confianza. Sin embargo Rosa era, sin duda, una mujer que gozaba de la confianza de los demás. La gente sabía que podía confiar en ella. Era una mujer sincera y tenía una mirada cálida para cada persona, sin buscarse a si misma. Sus relaciones estaban marcadas por la amabilidad, el respeto y el interés por las necesidades de las Hermanas y por la gente en general. Esas cualidades hicieron de ella una espléndida persona capaz de sostener a los demás, sobre todo las personas con quienes compartía el liderazgo. Rose era una mujer con quien era posible hablar, alguien capaz de escuchar con sensibilidad y objetividad y que era capaz de responder con sabiduría tratando siempre de ponerse en el lugar del otro. Era una mujer con experiencia, pero conocía sus límites y no pretendió nunca ser lo que no era. Una persona sencilla, discreta, 'sin rodeos'. Rose tenía los pies bien hincados en la tierra, tenía mucho sentido común y una manera de ser que la acercaba a los demás. La gente se sentía a gusto con ella.
Esas cualidades hacían de ella una Hermana estupenda en comunidad, y vivir con ella no presentaba ninguna dificultad. Una persona serena, pero le gustaba bromear, reirse, celebrar. Consciente de los demás y preocupada por ellos, cuando fue responsable de comunidades, trató siempre de hacer de la comunidad un lugar de acogida y distensión, donde las Hermanas pudiesen ser ellas mismas. (Y esto a pesar de su inclinación a ordenar armarios y cambiar las cosas de sitio, creando una cierta confusión cuando resultaba imposible encontrar algo en el lugar de siempre y había que ir a la caza de la nueva colocación). Sin embargo la manera de ser discreta de Rose, su mirada y presencia amables hacia todos, ayudaban a mantener una cierta armonía en comunidad. Esto, unido a su capacidad de relacionarse con jóvenes y mayores fue algo muy significativo en apaciguar las normales inquietudes e incertidumbres que muchas sentían y vivían en momentos de transición que son normales en nuestra vida religiosa.
Rose no tenía malicia y no solía causar ningún trastorno a los demás. No era una persona gruñona, no se daba a la crítica, ni a los chismorreos. Si experimentaba dificultades, solía afrontarlas con un buen rato en el jardín, ocupándose de las plantas. Sin embargo, si había necesidad de afrontar algo, lo hacía presentando sus puntos de vista y sus opiniones.
Rose era ama de casa. Sus muchas habilidades domésticas : coser, cocinar, ocuparse del jardín... todo servía para dar alegría, bondad y belleza a la vida de las Hermanas y de otros que a lo mejor necesitaban ánimo en su vida o lo apreciaban. A los visitantes se los acogía con cariño, y las Hermanas hablaban del aprecio que ellas y sus familias sentían por la manera en que Rose y sus comunidades mostraban hospitalidad y acogida, sin límite.
El deporte le interesaba mucho y aligeraba su corazón, y lo compartía con otros. En particular, le encantaba seguir los partidos de tenis y del equipo nacional de futbol australiano, y estaba dispuesta a renunciar al sueño para mantenerse al tanto de los resultados y animar a los jugadores. Participaba en el deporte y mostró ser un jugador hábil en el tenis de mesa.
En todas las circunstancias de su vida, el espíritu de oración de Rose, sencillo y al mismo tiempo profundo y la entrega de sí a Dios al estilo de María dieron a su vida sentido y fuerza. Rose apreciaba las oportunidades, personalmente y con otros, para desarrollar su relación con Dios y buscaba alimento en las Escrituras y en buenas lecturas. Vio en su vocación marista una manera de servir a Dios y a los demás lo cual fomentó el crecimiento de su persona llamada a ser para la Iglesia y el mundo. En una encuesta provincial en 2001 expresó así sus esperanzas/sueños de cara al futuro, escribiendo: ‘Espero que sigamos creciendo en el espíritu de María - y al hacerlo podamos dejar nacer a Cristo en los corazones de muchas personas en el mundo agitado en que hoy vivimos.’
El enfoque radicado en la fe que Rose tenía ante la vida se reflejaba en su paciencia ante el sufrimiento y en su aceptación de la Cruz en su vida. Esto fue tan evidente en años recientes cuando fue llamada a identificarse siempre más con Jesús crucificado. Seguramente sufría en su interior, porque poco a poco se iba notando que Rose no era la de siempre y raramente solían aparecer sobre su rostro las respuestas que solía dar... una sonrisa o hasta una lágrima en los ojos. Tres de nosotras tuvimos el honor de estar con ella en sus últimos momentos y personalmente me di cuenta del crucifijo y de las rosas estupendas a los pies de su cama, una flor que Rose amaba, por llevar su nombre. La canción de Bette Midler ‘The Rose’ de hace algunos años, volvió a la cabeza mientras Rose suavemente se abandonaba en los brazos amorosos de Dios, y las últimas palabras de esa canción me dijeron algo de la experiencia que Rose había estado viviendo y a donde la había llevado ahora - en la total realización de su persona en la vida y en el amor en Dios que ella deseaba y que Dios había creado para ella.
Cuando la noche ha sido tan solitaria y el camino ha sido demasiado largo
y tú crees que el amor es solamente para los que tienen suerte y los fuertes
recuerda que en el invierno mucho más abajo de la amarga nieve
se encuentra la semilla que con el amor del sol en primavera será la Rosa.
¡Descansa en paz, Rose!
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